Por la mañana yo dirijo mi alabanza,
A Dios que ha sido y es mi única esperanza,
Por la mañana yo le invocó con el alma,
Y le suplico que me dé su dulce calma,
Él nos escucha pues nos ama tanto,
Y nos alivia de cualquier quebranto,
Nos da su mano poderosa y fuerte,
Para librarnos de la misma muerte.
II
Cuando la noche se aproxima tenebrosa,
En elevarle mi oración mi alma se goza,
Siento su paz inagotable dulce y grata,
Porque temores y ansiedad Cristo las mata,
También elevo mi cantar al cielo,
Cuando a la tierra baja negro velo,
El sol se oculta pero queda Cristo,
A quien mis ojos en el sueño han visto.
III
Veo la sangre de sus manos ya brotando,
Veo la sangre borboteando en su costado,
Una corona con espinas en su frente,
La multitud escarneciendo de insolente,
//Pero que dicha cuando al cielo sube,
Lleno de gloria y majestuosa nube//.
II
Cuando la noche se aproxima tenebrosa,
En elevarle mi oración mi alma se goza,
Siento su paz inagotable dulce y grata,
Porque temores y ansiedad Cristo las mata,
También elevo mi cantar al cielo,
Cuando a la tierra baja negro velo,
El sol se oculta pero queda Cristo,
A quien mis ojos en el sueño han visto.
I
Por la mañana yo dirijo mi alabanza,
A Dios que ha sido y es mi única esperanza,
Por la mañana yo le invocó con el alma,
Y le suplico que me dé su dulce calma,
Él nos escucha pues nos ama tanto,
Y nos alivia de cualquier quebranto,
Nos da su mano poderosa y fuerte,
Para librarnos de la misma muerte.
FINAL
//Pero que dicha cuando al cielo sube,
Lleno de gloria y majestuosa nube//.