La viuda de Naín

Lloraba de pena, lloraba de angustia,
Se sentía muy sola la viuda de Naín,
Se murió su esposo al que tanto amaba,
Y también su hijo acaba de partir.

II
Iban caminando rumbo al cementerio,
Porque ya su hijo lo iban a enterrar,
Algunos trataron de darle consuelo,
Ni pésames ni abrazos la podían consolar.

III
Allá en su casita quedo un gran vacío,
Su esposo y su hijo no estaban ahí,
Vinieron al mundo y pronto se fueron,
También ella en su angustia se quería morir.

IV
Cuando iban andando rumbo al cementerio,
Venía Jesucristo con algo otros más,
Jesús de inmediato paró el gran sepelio,
Y le dijo a la viuda mujer, no llores más.

V
Se acercó al cadáver, se enfrentó a la muerte,
Y con voz potente Jesús exclamó,
Levántate joven, dijo ante la gente,
Y el que estaba muerto de ahí se levantó.

VI
Al verse de nuevo la madre y su hijo,
En un fuerte abrazo lloraron los dos,
Lloraron de gozo y no de tristeza,
Y así a esta pobre viuda Jesús la consoló.

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