Una mañana abandoné a mi padre,
Irme muy lejos fue lo que decidí,
Mi pobre padre llorando me decía,
Si te vas de mi lado ya no podré vivir.
También me dijo sí no te falta nada,
Lo que necesitabas yo siempre te lo di,
Sin importarme agarré mi camino,
Y en este mundo malo mi vida pervertí.
Con el correr del tiempo enfermo y sin dinero,
Muy lejos de mi pueblo agobiado, me vi,
Y en medio de la noche reconocí mis culpas,
Y a mi padre querido una carta escribí.
PUENTE
Padre mío, soy yo tu hijo, me siento avergonzado y confundido,
A donde quiera que voy me persigue el recuerdo,
Oigo tu voz como si fuera ayer, que me habla, que me dice,
Hijo mío, no te vayas, no me dejes, sí padre sé que mi sufrimiento y mi fracaso,
Son el salario de mi equidad, pero padre he resuelto volver a casa,
Y si es que tú me perdonas, en el árbol grande que está frente a casa,
Pon un pañuelo blanco, como muestra de tu perdón,
Yo llegaré cerca de casa, y si viere esa señal, sí viere ese pañuelo blanco,
Sabré que tú me has perdonado, pero sí así no fuere, me iré de paso.
II
//Llegué a mi pueblo cuando caía la tarde,
Muy indeciso mis pasos dirigí,
Estuve a punto de perderme en el mundo,
Pero al mirar el árbol que gozó yo sentí.
Un árbol blanco cubierto de pañuelos,
Emocionado latió mi corazón,
Aquellos paños toditos designaban,
Que mi padre querido me daba su perdón.
Un árbol Blanco cubierto de pañuelos,
Emocionado latió mi corazón,
Aquellos paños toditos designaban,
De mi padre querido su grande compasión//.